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TODOS LOS CAMINOS CONDUCEN AL JAPÓN (Y AL TEATRO TAMBIÉN)

TODOS LOS CAMINOS CONDUCEN AL JAPÓN (Y AL TEATRO TAMBIÉN) "César Jordán Ikeda (Lima), estudió arquitectura en la universidad Ricardo Palma, fue uno de los fundadores del grupo de teatro "Yego". Ha participado numerosas veces en la fundación de grupos, creaciones y montajes teatrales, tanto en su natal Perú, como en Venezuela y en Japón. En Venezuela participó con el grupo de teatro "Candilejas" haciendo teatro para niños y en Japón ha fundado el grupo de teatro "Cerro Huachipa". Hasta antes de llegar a éstas islas estuvo ejerciendo su profesión de arquitecto en Venezuela. Pero un buen día decidió cargar con su mochila y anclar por estos lares, cumpliendo así un sueño de niño. Cada vez que puede se escapa al Perú y no deja de visitar a sus entrañables ex-compañeros y amigos de "Yego", que aún viven en el país, entre ellos algunos forman parte de "Yuyachkani". Y cada vez son más los amigos japoneses que viajan al Perú para conocer la historia y el país de éste hombre que vive y se desvive por el teatro. Aquí, un acercamiento a él.

EL CAMINO A YEGO"
¿Tu pasión por el teatro fue de siempre?
Lo que siempre me gustó fue la poesía, escribía y leía poesía. Mira, en mi primer año en la escuela primaria, participé en una adaptación de Don Quijote y Sancho Panza y yo salía recitando un breve poema, nada más.
¿Y cómo es que empiezas a participar en teatro?
Nunca pensé en hacer teatro. Ingresé al grupo de teatro en el colegio porque había que llenar el vacío de una hora en mi horario. Pero recién con Yego es que encuentro un sentido al hacer teatro, que fue un medio de comunicación para nosotros los jóvenes de esa época, rebeldes, contestatarios.
¿Fuiste fundador de Yego?
Fui uno de los fundadores.
Pero existe un antes de Yego...
Claro, existe un antes de Yego. Cuando terminé la secundaria en el Guadalupe, había un grupo de cinco amigos que hacíamos teatro, al mismo tiempo tres chicas del colegio Rosa de Santa María, que hacían teatro, también estaban terminando la secundaria. Entonces quisimos mantenernos juntos, el pretexto fue el teatro para no perdernos como amigos.
Entonces, ¿esta primera intención fue el motivo para dar vida a Yego?
Mejor vayamos en orden. El primer año el grupo se llamó “Grupo de Teatro Universal”, nos reuníamos cerca del Campo de Marte, en el local de una secta no cristiana, duró poco, pero presentamos una pequeña obra “Los sordos”, Ninguno de nosotros tenía nociones de teatro, imagínate que “el pata” que tenía el libro con el argumento de la obra era el más sabio de todos. Después utilizamos las instalaciones del Guadalupe y entre amigos y familiares pusimos en escena “Mañanitas de sol”. Para nosotros, siempre nos fue difícil asumir una obra como tal, por ejemplo, cómo plantear la obra, cómo analizarla, cómo crear los personajes. Simplemente nos aprendíamos el libreto y lo decíamos de memoria, sin mayor interpretación de nada.
¿Y en qué momento se dan cuenta de éstas limitaciones?
Después de “Mañanitas de Sol” el grupo pasó a llamarse TAL, de tablas, actores y luces. Ya para ese momento, quisimos hacer las cosas más serias y hablamos con el profesor de teatro del Colegio Guadalupe, que en ese tiempo era Luis Álvarez. Le contamos de TAL y en un tono sarcástico preguntó ¿y en dónde están los actores? Nos recomendó que al menos uno de nosotros tenía que estudiar teatro para hacer las cosas bien. Realmente era una época en que estábamos preparándonos pero para ser ingenieros, arquitectos, médicos. Por ejemplo Carlos Clavo quería ser ingeniero, yo quería ser arquitecto, Julio Castro, médico, por citar algunos. Pero al final Carlos Clavo decidió dedicarse por completo a estudiar teatro. Ya cuando estuve en la universidad llevé estudios paralelos de escenografía.
¿Y así empieza la aventura del teatro?
Lo que empieza es la aventura del profesor de teatro. Carlos Clavo, cuando cursaba el segundo año ingresa a trabajar al colegio Rosa de Santa María como profesor de teatro. Lleva nuevas chicas al grupo y pasamos a llamarnos “Huaco”. Presentamos una obra que se llamó “La Cultura”, escrita por Clavo, una familia andina que decide instruir a su hija y contrata a un instructor, en donde se dan una serie de malos entendidos, es una obra un poco jocosa. Las chicas que aún estaban en el colegio y actuaban en el grupo, comenzaron a tener una serie de conflictos, se les tildaba de libertinas y esas cosas. Esto se agudiza y explota cuando Carlos tiene que presentar una obra por el aniversario del nacimiento de Santa Rosa de Lima. Lo que hacía hasta ese entonces la maestra, era escoger a la alumna más bonita y hacerla recitar una poesía. Aquí, Clavo rompe con todos los esquemas conservadores y plantea el por qué Santa Rosa no pudo haber sido una joven como cualquiera de nosotros. Así que presenta “Fue entre nosotras”. Gira en torno a un grupo de chicas rockeras y a una chica nueva que llega al barrio, que más tarde sería Santa Rosa. Fue un escándalo. A las chicas las llamaron perdidas, locas y fue terrible por la presión de sus compañeras y profesoras. Al año siguiente presenta “El prejuicio universal”. Sobre la acusación a una chica por gustarle verse bonita, por pintarse, por arreglarse, por gustar de amigos y cosas así. Los profesores son representados en las caracterizaciones de los testigos acusadores. Esta obra la pulimos en el grupo y la presentamos para un público más abierto. Cuando la universidad, hoy la famosa “Richi”, celebró su primer aniversario, propuse presentar una obra de teatro, a la que nadie me creyó, escribí “El sabelotodo” y junto a mis amigos de la universidad la presentamos, bajo la dirección de Clavo. Luego, los invitamos a integrar el grupo e hicimos el “Prejuicio Universal”. Fue justamente con esta obra que él comienza a utilizar el nombre de Yego Teatro Comprometido. Al año siguiente, Clavo presenta en la escuela “Alicia encuentra el amor en su maravilloso mundo de sus quince años”. Después nosotros la adaptamos. Y ese fue el comienzo de una etapa muy bonita, con esta obra, Yego Teatro Comprometido se da a conocer.

UN SUEÑO CUMPLIDO
¿Qué es lo que te decide a dejar Venezuela, en donde tenías una estabilidad laboral y económica como arquitecto, para venir a Japón?
Fue un sueño de niño, cuando tenía cuatro años, éramos cuatro amigos y teníamos un sueño: ser arquitectos, trabajar juntos y conocer Japón. Dos de nosotros llegamos a ser arquitectos y trabajamos juntos, solo uno de nosotros no pudo estudiar por un accidente automovilístico, pero pudo venir a Japón. Siempre contaba resignado que el sueño se había realizado porque ya estaban dadas las tres cosas, ser arquitecto (dos lo éramos), trabajar juntos (dos lo hicimos) y conocer Japón (uno vino). Es una historia que siempre me gustó contarla, el por qué no lo sé. Pero estando en Venezuela mi hermana me llamó por teléfono y me pregunta si no quería venir a Japón. Inmediatamente renuncié y me llamaron loco, me dijeron qué vas ha hacer allá, otra gente, otro idioma. Yo les respondía “Ah, no sé, supongo que por la experiencia le darán el trabajo a la gente” , incluso preparé mi currículum vitae y cuando fui a la agencia me desengañé. Había llevado mi expediente y cuando dijeron que todos íbamos a trabajar como obreros, me lo guardé calladito y acepté las nuevas condiciones... (risas). Era la oportunidad para llegar a Japón.

JAPÓN Y EL TEATRO
¿En qué momento te reencuentras con el teatro en Japón?
Pues, al poco tiempo de haber llegado intenté hacer una obra corta de dos personajes y animé a un compañero, comenzamos a ensayar. La queríamos presentar en el comedor del ryo (alojamiento), en donde vivíamos mas de 80 latinos. Pero llegó su esposa y cambió de trabajo, fue difícil convencer a otro compañero. Al principio como no entendía el idioma estuve alejado del teatro. Pero conforme iba aprendiendo el japonés asistía a algunas presentaciones. Ya en 1998 participo en el montaje de una obra que era patrocinada por el Centro Cultural de Asia. Esta experiencia me permite conocer a gente de teatro.
¿Y tu relación con el Sindicato de Trabajadores “Kanagawa City Union”?
Seis amigos habían formado un grupo de reflexión y acción, al cual fui invitado y que luego lo integré. Es por medio de este grupo, el G-6, que el sindicato nos invita a presentar obras basadas en los casos que se les presenta, es decir en hechos reales, una especie de denuncia de los atropellos y abusos con los trabajadores.
Aquí hay una nota anecdótica, una de estas obras era el caso de un ex alumno tuyo....
Si, realmente fue una grata sorpresa, al principio no lo reconocí, pero después él me dijo quien era. Fui su profesor en la universidad y me dio bastante gusto encontrarlo de nuevo. Claro que ya no era el muchachito que yo recordaba. Pero fue agradable dirigirlo, sobre todo porque la obra trataba sobre su propio caso, y él mismo se encargo de protagonizarlo.
¿Qué te lleva a trabajar con público no muy numeroso?
Porque así podemos tener interrelación con el público. Pero lo que importa es que la obra que se concibe para ese fin tenga esa intención, porque si no tiene esa intención no importa si es poco o mucho público. Si uno busca que el público este integrado con la obra, es más fácil. En un teatro grande sería difícil hacerlo.
¿Es posible el uso de bajo presupuesto para montar una obra?
Si es posible, lo que pasa es que te demanda mayor búsqueda, mayor creatividad no solo en la actuación, sino también en la escenografia, la utilería y en todas esas cosas. Pero esto es una necesidad que nos plantea el hecho de no tener un presupuesto que nos permita hacer gastos, porque somos un grupo sin fines lucrativos y para mantenernos en un no comercialismo, tenemos ciertas limitaciones económicas, y no es nuestra intención comercializar el teatro.
Hay algunas obras con motivos religiosos, ¿será una constante del grupo?
No es una intención, ni tampoco es una negación el tocar temas religiosos. Por supuesto, si hacemos una obra en navidad o en semana santa es imposible que no se evidencia que el tema en sí es religioso. Pero no es algo que el grupo lo asuma como una línea de trabajo que nos identifique con lo religioso. En todo caso, considero particularmente que nuestro compromiso es más social y humano. Por eso, cuando tocamos un tema religioso, tratamos de rescatar el valor actual y social de su mensaje.
Casi no hay el final feliz en las obras presentadas...
Cómo que no, si los hay. Pero lo que buscamos es plantear cuestionamientos para encontrar respuesta del público.
Desde que te conozco, siempre estás aprendiendo algo nuevo, ¿qué haces ahora?
Un poco de guitarra, ikebana, la ceremonia del té. Yo creo que eso debe darse en todos, creo que toda la vida se debe estar aprendiendo, la cuestión es tomar conciencia de esto y elegir lo que quieres aprender.
El café que estás bebiendo ahora, ¿qué número del día es?
Creo que el quinto o sexto, pero bebo un mínimo de diez tazas de café al día.

Kike Saiki
Foto: Dante Nakahodo

2 comentarios

andres suarez -

caramba, mi amigo chony ( cesar jordan) hace tanto tiempo trabajamos juntos en el candilejas en venezuela, quizas lo recuerdas " el acompañamiento " de carlos gorostiza. que tiempos aquellos ( tuco y sevastian ) mi nombre andres suarez, me alegra tanto que estes haciendo lo que te gusta, suerte amigo y que sigas disfrutando de la vida.

victor vera -

Me agradó mucho el leer este artículo tan bien escrito y estimulador sobre Cesar Jordan Ikeda, esta persona fuen compañero de clase de mi promocio de Nuestra Señora de Guadalupe ne Lima , Peru en 1962.

felicitaciones por su articulo.

Atentamente,

Victor Vera